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Ante un período de incapacidad (Marejadas 7)

Publicado el 29/05/2014 por La Mujer Pulpo

sofaLa vida de algunas mujeres pulpo se ve en ocasiones detenida. Para nosotras, mujeres activas donde las haya, el que el cuerpo nos retenga y no nos permita hacer nada solemos vivirlo con cierto dramatismo. ¿Cómo voy  a sobrevivir? ¿Quién se va a encargar de hacer las cosas esenciales en casa? ¿Cómo me las voy  a apañar yo para mi propio cuidado personal? ¿Cómo voy a pararme con la de cosas que tengo y quiero hacer?

En los aspectos más logísticos hay soluciones variadas. Muchas veces simplemente pasan por dejar que el resto de la familia nos eche una mano y darles la oportunidad de hacer cosas por nosotras. Tendemos a pensar que es un problema o un estorbo para ellos el asumir determinadas tareas, pero nosotras generalmente nos sentimos bien cuando cuidamos de otros y seguramente tenemos que darles la oportunidad de que puedan vivir también eso. Paloma me cuenta que te das cuenta de que los demás te ayudan y además es muy agradable sentir su cariño. A Montse la experiencia de inmovilidad le obligó a delegar cuando estaba acostumbrada a dirigir. A ser más humilde y más tolerante. Los demás no hacen las cosas como tú, pero las hacen.

En el caso de que la familia no esté próxima los apoyos vienen fundamentalmente de los amigos, aunque también se puede hacer la compra vía internet, o pedir ayuda domiciliaria a empresas que se dedican a ello: tanto asistencia sanitaria como doméstica.

Una vez resuelto esto, la cuestión es qué hacemos en ese tiempo. Paloma me cuenta que da mucho para pensar. Le gustaba leer y reflexionar y llegaba a conclusiones. Es curioso porque tanto Montse como yo, que nos vimos enfrentadas a una inmovilidad, coincidimos en que nos llevó a un período de contemplación. En mi caso, que estaba en Madrid, de la gente que iba por la calle «corriendo como loca» y de mi propia realidad vital en ese momento. En el de Montse, de la naturaleza, puesto que se había trasladado a vivir al campo. «Me cambió la vida y el mundo«, me dice.

arbol incapacidadPara mí no fue tal vez tan radical, pero sí que de algún modo me hizo parar y poner en perspectiva algunas de las cosas que me estaban pasando y posiblemente fue el punto de arranque de otras que estaban por venir. Me emociona escuchar a Montse cuando me cuenta cómo el observar la naturaleza y el paso del tiempo la llevó a sentir que había una inteligencia en todos esos procesos que hasta entonces había considerado como «naturales». En mi caso mis descubrimientos vinieron más del lado personal y de relación con mi entorno próximo.

Para Paloma es algo diferente. En su caso su parón está siendo más prolongado (alrededor de un año). Me comenta que ha pasado por varias fases, algunas de mucho pesimismo y tristeza pensando que, de alguna forma, no se iba a recuperar porque su debilidad no se debía sólo a la enfermedad y el tratamiento sino a que era ya la vejez. Ahora lo cuenta ya entre risas. «Llega un momento en que te empiezas a recuperar y a ver que no es la vejez, sino que has estado pachucha». Ahora está ya prácticamente recuperada. Me dice que disfruta mucho más de las pequeñas cosas y de la energía que tiene, lo cual le lleva a no postergar las nada. Dice algo que me parece un aprendizaje fantástico: «Me es más fácil ahora distinguir lo que es importante de lo que lo parece» . Afirma que hay que buscar lo positivo a todo.

En algunos casos parece que estos parones son a veces «providenciales» como suele decirse, y de alguna manera tenemos la sensación de que «nos los estaba pidiendo el cuerpo». Como último detalle, y lo aconsejo, a mi me valió para leerme por fin «El Quijote», eso sí, en dosis de no más de dos capítulos diarios. Divertido, instructivo y deliciosamente escrito; fue un lujo tener el tiempo para deleitarme en su lectura gracias a haber dejado de correr.

MARINA INCAPACIDAD

Autora (Texto + fotografías) : Beatriz Marcos

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