• Área privada
  • ×

Escapada a la melancólica y sorprendente Lisboa

Publicado el 23/10/2012 por Irune Gómez

Lisboa es una de las ciudades europeas con mayor encanto pero, al mismo tiempo, una de las “grandes olvidadas”. Parte de culpa quizá la tenga la herencia histórica puesto que esta ciudad, que en los siglos XIV y XV formaba parte de un gran imperio, sufrió una decadencia que duró muchísimos años.  En 1998, con la celebración de la Exposición Mundial, Lisboa volvió a resurgir porque se ejecutaron gran cantidad de obras, el nuevo puente sobre el Tajo e incluso una reforma en la red de Metro de la ciudad.

¿Qué podemos ver en Lisboa en una escapada de fin de semana? Lo más aconsejable al disponer de pocos días, es alojarnos en el mismo centro o en una zona muy bien comunicada.

El hotel Fontana Park es una buena opción por la relación calidad-precio, ya que es un hotel-boutique de diseño, de cuatro estrellas, con un precio asequible junto a los metros de Picoas o Marqués del Pombal, lo que nos permite acceder al centro en pocos minutos.

El primer día podemos empezar recorriendo La Baixa, que es la zona principal del centro histórico y la más visitada de Lisboa, tomando la Rua Augusta, y finalizando en el arco que lleva a la Plaza del Comercio y al río.

No podemos dejar de subir por el elevador de Santa Justa (ascensor tradicional de hierro forjado de finales del siglo XX cuya finalidad era la de conectar la Baixa con el Barrio Alto de la ciudad) ni pasear por las plazas de Restauradores y Rossio, que limitan la zona antigua con respecto al resto de Lisboa.

Estas plazas impresionan por su monumentalidad y en ellas nos podemos hacer una idea de lo que fue esta ciudad en su época de mayor esplendor.

Finalmente, resulta de visita obligada subir hasta el Castillo San Jorge y disfrutar de sus magníficas vistas de toda la ciudad, pasando un poco antes por la Catedral de La Sé

Si llegados a este punto quisiéramos hacer una parada para recuperar fuerzas, un pequeño y coqueto restaurante con terraza, comida casera y económica es Canto da Vila Bristrô.

Se encuentra muy fácilmente en el trayecto que va precisamente desde la Catedral de La Sé hacia el Castillo.

Por la noche, podemos disfrutar de una cena íntima en el restaurante que está dentro del Castillo, o más bulliciosa en la tradicional y clásica cervecería Trindade, en el Barrio Alto, construida en el antiguo comedor de un monasterio con cocina tradicional portuguesa a precios muy razonables. Tras la cena, lo mejor es perderse por las callejuelas del Barrio Alto y tomarse una copa en cualquiera de los numerosos y minúsculos bares de la zona o acabar en algún local con espectáculo de fados. Para acceder al Barrio Alto, resulta muy agradable hacerlo a través del Elevador da Glória que es un funicular que comunica la Plaza de los Restauradores con la calle San Pedro de Alcántara.

El segundo día podemos visitar Belem tomando el tranvía n. º 15 en la Plaza del Comercio. Allí visitaremos la Torre, el Monasterio de los Jerónimos, el Monumento a los Descubridores y haremos una parada obligada en la tradicional Pastelería de Belém para degustar sus famosos y deliciosos pastelillos típicos.

Por último podemos visitar la parte moderna de Lisboa, con el Parque de las Naciones, que nació con la Expo 98. Allí están situados el Pabellón Atlántico –para conciertos y espectáculos deportivos-, la Feria Internacional de Lisboa, el Centro Comercial Vasco de Gama y el impresionante Acuario para los amantes de los animales y el mar. Esta zona cuenta con algunas avenidas por las que caminar tranquilamente y un buen número de bares y restaurantes donde tomar una copa con vistas al río y al puente Vasco de Gama.

Finalmente, y si disponemos de algún día extra, podemos visitar los alrededores de Lisboa: Sintra, el Cabo de Roca, Cascais y Estoril, en una misma excursión (eso sí un poco maratoniana) que podría realizarse en un solo día.

Lisboa es una ciudad con mucho que descubrir, y esto añadido al clima tan agradable del que se beneficia todo el año, la comida portuguesa, que es de las mejores que uno puede encontrar cuando sale de nuestro país  (no podéis dejar de probar el bacalao tanto “dorao” como a la crema), el idioma (los portugueses, en general, hablan bien nuestra lengua y nos entendemos con ellos sin problema), etc… hace que escaparse un fin de semana a Lisboa merezca, y mucho, la pena.

*******
Autora: Laura González – La Mujer Pulpo

Deja tu comentario

  Acepto la política de privacidad *