
Autora: Helena Rubio Canales
Hace pocos meses, invite a unos amigos a comer a casa. No les veía hacia tiempo a todos juntos, y solíamos estarlo, por lo que la reunión resulto de lo más interesante
Mientras comíamos, y casi cenábamos, salió de todo, como suele ocurrir, sobre todo si hace mas de 20 años que algunos no nos veíamos. Comienzas a darte cuenta de que, aquello para lo que nuestras madres NO nos habían educado, había pasado, y en varios casos. La mayoría éramos mujeres (raro porque solía ser al revés), yo ya con 50 y varias llegando.
Comenzamos la sobremesa cuando una dijo:
-Pues a mí, hp (esto es mío) me ha dicho que cuando me recupere que le llame…
– ¿Cuándo te recuperes de qué?
– Es que he estado ingresada, bueno, estoy de baja, pero soy autónoma, … y no es la primera vez, y se ha ido de casa, a vivir a un hotel. Bueno, supongo que esto os habrá pasado a todos alguna vez…
Y entonces, fue Chiken quien respondió:
– Pues ¡¡¡noooooo!!! Yo, cuando mi mujer está enferma, lo único que deseo es que se recupere pronto, y estoy con ella todo lo que puedo.
(La verdad, no sabría describiros su cara, pero para lo poco expresivo que suele ser, ¡abrió muchisísimo sus grandes ojos azules!)
– Los niños (“16 y 17”) están conmigo.
Y empieza tú a tirar del hilo…
– Es que no me deja…
– Que no te deja ¿qué?
– Déjalo. Es que es muy complicado…
– Pero, ¿tu familia sabe esto que nos estas contando?
¿Cuál fue el punto de inflexión? ¿Cómo he llegado a esto? Esta pregunta nos la hemos hecho en una u otra ocasión, hombres y mujeres, pero sobre todo y por lo que veo últimamente, mujeres.
Y yo te digo: fue el día en el que renunciaste a tus ilusiones, proyectos personales y expectativas, altas o no, tengas hijos o no, pero las tuyas, y cediste a favor de otro/a, en lugar de hablarlo y llegar a una decisión y proyecto común. Se siguió el proyecto de otra persona, a la que queríamos, si, pero eso no significa una renuncia completa.
Es que… en la pareja hay que ceder… Bueno, PERO NO TANTO.
Hasta la fecha, son necesarios óvulos y espermatozoides para reproducirnos y tener descendencia (lo que no quiere decir que necesites tener pareja para ello). Esto implica a ambos miembros de la pareja y no solo al que los lleva durante unos 9 meses. Y digo esto porque estoy cansada de escuchar, a lo largo de mi carrera profesional: este es un trabajo cómodo para una madre, ¿tienes hijos? La última vez me lo preguntaron en una entrevista de trabajo, con 49 añitos ya. Cogerás la reducción de jornada, ¿no?; en tu departamento hay muchas mujeres, ¡eso es un problemon! (Y además aguanta el mal gesto.)
Y dime, a ti, como varón trabajador o no, ¿te han preguntado esto alguna vez? Si es así, ¡gracias! Pero estadísticamente, eres rarito amigo.
Digo esto porque en estos casos también se pone como excusa a los hijos, y mucho además. Como excusa para no tomar una decisión en un momento importante, lo suficientemente importante como para que incida en el resto de tu vida y tú seas consciente de que es así, que lo eres pero en muchos casos, no quieres saberlo, eso también.
Bueno, pues aquí, debajo del retrato del Rey Felipe VI en esta ocasión de verde, he de deciros que no fue fácil pero si posible: la hicimos entrar en razón, y conseguimos que al menos cortase esa dependencia emocional que se tiene del maltratador, hombre o mujer, y de la que todo el mundo se da cuenta excepto tú, fíjate que casualidad.
– Es que “con lo que me da”, no puedo…
– Pero, ¿cuánto te da?
– 200 euros (a la semana y para todo, todo todo, incluidos los niños, la comida, el bus… medicinas). Pero ya quisieran muchos, oiga.
Vamos, veinte años casada, trabajando y tu marido te convierte en mileurista, que ya está mal , pero obligada y porque lo dice un tío que además gana un montón de pasta.
– ¿Tienes ahorros? ¿Has ido al banco?
– No se… Es que eso también lo lleva él…
– Pero, ¿sabes cuánto dinero tienes?
– No, me ha cancelado las tarjetas. Es que como trabaja en banca… no puedo preguntar, porque se lo van a decir…todo. Si saco dinero se va a enterar…y si pregunto también.
Luego tú puedes ayudar, en la medida de tus posibilidades, pero SIEMPRE siempre es la persona involucrada la que decide su camino y su vida, tanto si toma la decisión como si no la toma, ambas son decisiones en uno u otro sentido, y esto también ha de quedar claro. Pero a veces se esta tan anulado…
Hay que acompañarlos porque ya no saben hacer casi de nada solos. Han perdido el poder de decisión y esa autonomía que tan bien define al ser humano. Vale que la pierdas por momentos, que también a todos nos ha pasado, pero ¿definitivamenteeeeeee? No, majo, no (en este caso, insisto), que algunas todavía estamos para darnos cuenta de ciertas cositas.
Llamamos a abogados, fuimos al banco, a comprar, paseos, piscinas, aire libre, le encasquetamos a los perros… Mucho transporte público, eso sí, que se quedó sin coche…
Pasamos con ella todo ello, además de escuchar otros ocho mil comentarios con los que te quedas tiesa, o quizá más, y sobre todo ella en su día.
De momento, aún nos queda algo más que arreglar; esta amiga sí, solo ha dejado de conducir (momentáneamente).
No todo llega amigos.
Buen Finde
Autora: Helena Rubio Canales
*Fuente imágenes utilizadas en el artículo: Pixabay