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¿Para qué sirven las Escuelas de Padres?

Publicado el 21/10/2012 por Irune Gómez

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Hola. Mi nombre es Raquel Ruiz.

Soy psicopedagoga y psicoterapeuta y ejerzo en Madrid, España.

Este es mi artículo de estreno en el blog de La Mujer Pulpo. Esta vez lo hago a través de Irune, pero las próximas veces será con mi propio perfil de autora del blog.

Espero que te guste el tema escogido.

Desde hace más de 20 años se vienen ofreciendo en nuestro país Escuelas de Padres a través de centros e instituciones escolares. En su momento, cuando comenzaron a realizarse,  nos encontrábamos todavía en una fase casi inicial del proceso socio-político basado en las instituciones democráticas. Evidentemente, el régimen democrático nos enriqueció y nos ofreció herramientas, hasta entonces impensables, para pensar y decidir sobre nuestro destino.

No obstante, como casi todo proceso de cambio, la democracia trajo, junto a los aspectos elevadamente positivos, algunos, pero importantes, desajustes en las actitudes y pautas de comportamiento, sobre todo en aquellos que podían propiciar la indiscriminación entre lo político-general y lo privado-cercano. Nos referimos concretamente a un período psico-social en donde se produjo una cierta confusión acerca del papel y la conveniencia o no de las  figuras de autoridad, tanto en el ámbito familiar como en el escolar.

Parecía que se deseaba igualmente “democratizar” o dar participación paritaria a los miembros menores de la familia.  Y esto trajo negativas consecuencias que todavía arrastramos; la función de «autoridad»  versus la de «protección» de los padres se ponía en entre dicho. No se quería caer en el temido y renegado ”autoritarismo” pero se caía en el extremo contrario; se pretendió pasar del “respeto” desproporcionado y atemorizado  a los padres, al maestro…, a desear convertirse en “un amigo” de nuestros niños.

      Esta deseada oferta de paridad a nuestros hijos, empezó a crear desorientación en los padres manifestada en cierta impotencia, descontrol y confusión en su función así como en  el propio desarrollo de los pequeños que originaba sintomatologías de diverso tipo (hiperactividad, indicios de fracaso escolar, falta de atención, desmotivación escolar, enuresis, etc.).

Es en ese momento cuando profesionales de diferentes ámbitos; psicólogos, educadores, asistentes sociales, entre otros,  empiezan a plantearse la necesidad de ayudar a reconducir la dinámica del grupo familiar, entenderla y orientar a los padres sobre pautas de crianza saludables.

Actualmente nos encontramos con restos y residuos de esta desorientación aunque la situación psico-social de los actuales padres con hijos menores haya evolucionado en algunos indicadores y circunstancias, extremos estos que nos obligan a reconsiderar algunos contenidos de aquellas primeras Escuelas de Padres.

Por un lado, el perfil de la media de las nuevas generaciones de madres y padres se corresponde a indicadores tales como que:  son sujetos con una mejor y mayor preparación y formación académica y profesional; se encuentran en una situación económica más holgada y con un mayor nivel de recursos materiales y técnicos; las mujeres en su incorporación a la sociedad vía trabajo, actividades o intereses,  extienden su disponibilidad y a ella suman además las responsabilidades y quehaceres maternos y domésticos.

Por otro lado,  pareciera que  hay una interiorización y mayor predisposición a la búsqueda de la eficacia inmediata  en toda actividad, leit-motiv de nuestra cultura; se produce una mayor creencia en la “certeza”, seguridad y operatividad en los recursos  de nuestra sociedad, apareciendo como una sociedad sin apenas límites; se da una prioritaria valoración de la “comodidad” como objetivo vital; aparecen múltiples ofertas de todo tipo de objetos, servicios, dedicaciones, profesiones y, entre otras cuestiones fundamentales, se tiende a creer más en el individuo que en el colectivo.

No obstante, continúa expresándose desorientación en los sujetos más jóvenes; desmotivaciones, (entre ellas el denominado “fracaso escolar); sintomatologías preocupantes (trastornos alimenticios,  trastornos emocionales, de personalidad, colectivos violentos, etc.)

Por todo esto que antecede y  basándonos en estas reflexiones, aunque aquí someramente expuestas, de algo tan complejo como es el funcionamiento y dinámica psico-social de las nuevas generaciones de madres y  padres, continuamos considerando necesario ofrecer lugares en donde se pueda pensar y comprender acerca de las nuevas dificultades de ser y ejercer como tales. Contradicciones, exigencias, afectos ambivalentes en los vínculos, etc.

Y en estos momentos, y favoreciéndonos de las nuevas vías de comunicación que tenemos a nuestra disposición, me gustaría poder ofrecer este espacio online dentro del proyecto de La Mujer Pulpo como un lugar donde se pueda consultar y orientar acerca de cualquier duda, opinión o reflexión sobre este gran tema. Y, acercándonos a nuestro género “mujer”, cómo hacer compatible  nuestra propia vida y su disfrute con la responsabilidad  que conlleva implicarse en la crianza y la maduración de los hijos.

Busca la sección “Hablando con Raquel” para tus pequeñas dudas.

Y si necesitas profundizar algo más, tienes mis datos de contacto en el apartado de “Colaboran en el proyecto”.

 

Autora:  Raquel Ruiz

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