
Hoy hace frió en Madrid.
Y también llueve.
Y es en estos días en los que me encanta sentarme frente al ordenador a escribir con una taza de té calentito al lado.
Hoy he recordado que tenía un artículo pendiente, sobre algunos sabores y recuerdos de mi niñez que regresan a mi mente con el frío… y las castañas, que no son únicamente patrimonio español.
Recuerdo el último viaje a Estambul en el que descubrí este típico puesto con castañas asadas junto a la basílica de Santa Sofía.
Y siempre regresan a mi mente las frias mañanas de cuando era más niña, en el norte de España. Cuando mi madre preparaba con todo su cariño un montón de castañas asadas, que luego pelaba achicharrándose los dedos para que estuvieran al punto para mis hermanos y para mí.
Y luego nos decía cuando íbamos a salir a la calle: «Mételas en el bolsillo. Así estarán calentitas y tus manitas también.»
Así que ahora es inevitable: cada vez que veo castañas asadas, por ejemplo, paseando por el centro de Madrid, pienso en esos momentos. Y con el transcurso de los años cobran un sabor aún más especial en mi memoria…como parte de un tiempo, de una etapa, de un lugar, de un entorno, la familia, unas amigas, los años de colegio… ¡Todo tan especial!
Lo guardo todo como un tesoro en un trocito de mi memoria y lo saco de vez en cuando. Y me hace sonreir.
Hace poco lo recordaba con mi hija mayor. Compramos castañas y las asamos…aunque no tan bien como mi madre lo hacía, lo reconozco. 🙂
Primero las cortamos, por un lateral, como me enseñó mi madre.
Después las colocamos en una sartén, y las fuimos moviendo, dándolas la vuelta y vigilando para que no se quemaran.
Y depués, cuando ya vimos que estaban churruscaditas por fuera, las fuimos retirando para colocar otras en su lugar de la sartén y llevar las que estaban listas al plato.
¡Qué ricas estaban después, comidas en familia, con mis niñas, mientras teníamos una interesante conversación sobre los planes que podíamos hacer al día siguiente!
Estos días hace frío (al menos en buena parte de España)… así que… si tu plan es quedarte en casa, quizá puedas crear un momento especial para disfrutar con los tuyos, y reir un rato, y volver a sentir que hay cosas importantes en la vida como son las personas que tenemos a nuestro lado (aunque estén lejos en la distancia). ¡Esos momentos son los que quedarán para siempre!
Si te ha ocurrido, si lo has vivido… quizá a esas personas de las que tienes buenos recuerdos de momentos especiales compartidos les gustaría también leer este artículo.
Y así decirles que sigues ahí, y que te acuerdas…
¡Buen fin de semana!
Autora: Irune – La Mujer Pulpo